lunes, 7 de febrero de 2011

Alicia (Parte V)

Al fin, ella se aproximó y le dio el primer beso en los labios. Y fue entonces cuando descubrió la verdad. Lo descubrió todo. Supo lo que había pasado y también comprendió que debía hacer algo.

Cuando sus labios acariciaron los de Alex, notó su cuerpo temblar, que sufría, empapado de sangre. Le entraron ganas de palparle el vientre, los pezones y la barbilla con los labios. Cerró los ojos y notó cómo el chico reaccionaba y le devolvía el beso.

Al abrirlos de nuevo, le vio en el suelo, sin sangre. Se levantó, como si no hubiera pasado nada, y se puso a correr, sin mirar en absoluto a la niña, que se sintió desconcertada y triste por un momento. Le siguió, quería preguntarle cómo se encontraba.

De pronto vio unas sombras largas, de color negro y que parecían tener una cara de color gris. Vio cómo Alex se asustaba y aceleraba el paso. Ella también tenía miedo, así que se puso a correr.

Mientras corría detrás del chico, que ni siquiera se giraba para ver cómo estaba ella, se fijó en los árboles, sentía cómo latían, cómo palpitaban cuando él pasaba por su lado. El chico no se daba cuenta, solo se concentraba en correr.

Vio que a su lado estaba una sombra. Su cara era totalmente gris, pero parecía tener una sonrisa dibujada, aunque no estaba muy segura de ello. Se asustó y se apartó, pero Alicia no era su objetivo. Empujó a Alex, que casi pierde el equilibrio, pero continuó corriendo, y le adelantó.

El chico se paró en seco cuando delante suyo se dibujó una pista de hielo con una pareja bailando. El hombre y la mujer también eran de hielo y bailaban con el ritmo de su corazón. El hielo empezaba a cubrir los árboles y el suelo. Alicia se acercó para ver el espectáculo de cerca, creía que un baile no podía hacerle daño, por muy frío que fuera.

El hielo se empezó a romper y una nube blanca cubrió a Alex, que no paraba de gritar. Alicia intentó ayudarle pero no conseguía tocarle. De pronto la pareja de bailarines explotó y el hielo en forma de cristales amenazantes salió disparado. Sin duda alguna, los pedazos alcanzaron a Alicia, pero no lo notó. Se clavaron, principalmente, en el cuerpo de Alex.

Desapareció el hielo y la nube blanca. Reapareció la sombra negra, que cubrió Alex, tendido en el suelo y lleno de sangre. Le abrió el pecho y se metió dentro. Alicia se acercó y le dio otro beso en los labios.

Abrió los ojos y entonces sintió que todo había vuelto a la normalidad. Alex seguía estirado en el suelo, lleno de sangre, con el pecho abierto. Pero al menos había descubierto qué le había pasado. El chico se empezó a mover un poco y pudo decir casi en un susurro:
– Ayúdame, Alicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario