lunes, 12 de septiembre de 2011

Voy a llorar lágrimas de cristal para que al caer hagan ruido al romperse. Voy a pintarme los ojos para que mi mirada se pierda en los colores. Cantaré tu canción preferida con la boca cerrada, viendo marcharte mientras cierro la puerta. Escribiré tu nombre en las nubes, contaré las letras que tiene. Miraré las fotos antiguas, me fijaré en los pequeños detalles que nadie más ha mirado.

Te miraré a los ojos, te miraré las cejas, tus manos, tus dedos, tus uñas. Te voy a observar. Dibujaré tus pisadas con un lápiz azul. Me sentiré solo siempre que esté acompañado. Te seguiré a ciegas, solo escuchando tu respiración.

Te perderé, también, porque ya no te importo. Me esconderé en mis sábanas esperando a que se acabe la noche para verte llegar de nuevo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Fuego

Eres como el fuego,
que se enciende por casualidad
y se apaga con el viento,
dejando atrás cenizas,
siempre cenizas.

Fuego de paso,
bravo cuando hace frío.
Pero en cuanto llega el calor,
las cenizas no se marchan
y las llamas no se encienden.

Fuego débil,
fuego aprovechado,
ni respeto ni perdón.

Fuego de llamas,
ni un sonido más,
ni una quemadura más,
únicamente tus gritos,
el negro de tus cenizas.

Fuego destructor,
sin conciencia
ni verdad,
eres madera que quemar.

Fuego del olvido,
ni responsabilidades
ni preocupaciones.
Te incendias con órdenes y deseos.

Tu futuro depara muchas cosas,
a la vez que nada,
mucha leña que quemar
y silencio para escuchar tu voz.

¿Pero sabes una cosa?
Que yo no juego con fuego.
22-01-2010

domingo, 28 de agosto de 2011

L'home d'odi

L’home d’odi va saltar. Vivia al quart pis i no trigaria gaires segons a arribar a terra. Era un home odiós, però més aviat estava ple d’odi. La ràbia li havia bullit al cap, s’havia tornat una persona estranya, a vegades semblava un monstre.

L’odi havia passat de ser un sentiment a una mena d’addicció. Quan més enfadat estava, tenia més ganes d’enrabiar-se, s’hi sentia a gust. Les estones en què no estava cabrejat, ja pensava en com ho estaria després.

S’havia amagat de l’odi, havia intentat fugir, però no havia funcionat. Quan caminava, les seves passes ressonaven en xocar a terra, la seva respiració era forta i sonora, deixava anar un flaire desagradable, feia pudor. La seva mirada es perdia a l’horitzó, ja no recordava com es plorava. Aleshores va descobrir que la solució final era saltar.

Sé què és el que passa a continuació, si l’home d’odi es salva o si cau a terra i es mor, però no m’atreveixo a escriure-ho; en certa manera, seria com veure el meu futur i no vull saber-ho.

martes, 23 de agosto de 2011

Creo que me he perdido en mi cabeza. Que no consigo reaccionar, que siempre estoy desconectado, que me aíslo para perderme más y volverme a encontrar. Parece un juego y no quiero participar.

El humo me ha herido, siento que los besos ya no son besos, que los abrazos son solo corrientes de aire. Noto que estás a mi lado pero no estoy seguro de ello. O me da igual. Soy incapaz de tocar, de sentir.

No me duele nada, el humo que me abrió las heridas las esconde, no las puedo notar. Pero me lleno de furia, la rabia bombea mi corazón con fuerza y la sangre choca contra mi piel estruendosamente.

El odio me corrompe, me hace sentir mal, me hace sentir diferente, ser lo que yo no soy.

martes, 22 de marzo de 2011

Quan em sento sol

L’aixeta raja l’aigua que mulla les meves mans, cau a sobre les meves cuixes i desapareix com si s’introduís a la pell o la xuclés la terra. El meu cor deixa de bategar sang per empènyer l’aigua que no vol sortir pels meus ulls, que s’assequen i pesen com si s’omplissin de pedres.

M’aixeco sense deixar de mirar l’aixeta que raja i raja i s’emporta els meus petons, fins i tot aquells que no recordo i aquells que no he tingut mai. Tinc l’angoixa que s’ho emporti tot, fins i tot la meva pell.

Procuro no mirar enrere per no veure més ombres, per no escoltar el so de les meves passes. Les fulles dels arbres cauen per besar-me les mans. Amb cada petó noto la fredor de la soledat. Agafo amb fúria les fulles, les arranco del meu cos i les llenço a terra.

Les meves llàgrimes sembla que em pessiguin les galtes i em bullin coll avall. Les ombres que tant temia apareixen als meus peus despullats. Noto com la pell comença a desfer-se i em dirigeixo de nou a l’aixeta. Com havia pogut allunyar-me’n?

M’ajupo i torno a beure aigua. Només em queda l’aigua que acabarà amb la meva set, malgrat no allunyar-me de la soledat. I bec cada gota perquè el meu cor pugui bategar-ne més, per evitar que la set acabi amb mi brutalment.

jueves, 10 de febrero de 2011

Primer beso

– ¿Te acuerdas de cómo fue nuestro primer beso?
Fue en una noche fría, muy fría. Con cada pisada notábamos las finas capas de hielo romperse. Pasamos por delante del circo y estaba iluminado. El contraste entre oscuridad con aquellas luces de colores y de diversas formas era espectacular. Colores rojos, azules, amarillos, verdes… Solo de pensarlo y se me pone la piel de gallina.

Entramos dentro y no había nadie, pero en el aire se notaba la magia de los juegos y las acrobacias. Podíamos oler el ambiente festivo, escuchábamos la risa de los niños. Era tal la alegría que sentí que me puse a bailar en medio de la pista. Por suerte no había nadie, qué vergüenza, ¿te imaginas?

Me pareció que las luces cambiaron de color y solo me enfocaban a mí. ¿No te pareció que había niños en las gradas? Empezó el espectáculo, así que me tuve que esconder. Aparecieron en el escenario payasos, acróbatas muy buenos, animales, una bruja y entonces salí yo. Era mi turno y sentí por primera vez el pánico escénico.

Empecé a bailar. Te fui a buscar y bailamos los dos juntos. Los niños nos miraban concentrados y expectantes, sentían nuestro amor y pasión. Entonces se oscureció todo y tú te acercaste a mí y me diste el beso. Nuestro primer beso.

lunes, 7 de febrero de 2011

Alicia (Parte V)

Al fin, ella se aproximó y le dio el primer beso en los labios. Y fue entonces cuando descubrió la verdad. Lo descubrió todo. Supo lo que había pasado y también comprendió que debía hacer algo.

Cuando sus labios acariciaron los de Alex, notó su cuerpo temblar, que sufría, empapado de sangre. Le entraron ganas de palparle el vientre, los pezones y la barbilla con los labios. Cerró los ojos y notó cómo el chico reaccionaba y le devolvía el beso.

Al abrirlos de nuevo, le vio en el suelo, sin sangre. Se levantó, como si no hubiera pasado nada, y se puso a correr, sin mirar en absoluto a la niña, que se sintió desconcertada y triste por un momento. Le siguió, quería preguntarle cómo se encontraba.

De pronto vio unas sombras largas, de color negro y que parecían tener una cara de color gris. Vio cómo Alex se asustaba y aceleraba el paso. Ella también tenía miedo, así que se puso a correr.

Mientras corría detrás del chico, que ni siquiera se giraba para ver cómo estaba ella, se fijó en los árboles, sentía cómo latían, cómo palpitaban cuando él pasaba por su lado. El chico no se daba cuenta, solo se concentraba en correr.

Vio que a su lado estaba una sombra. Su cara era totalmente gris, pero parecía tener una sonrisa dibujada, aunque no estaba muy segura de ello. Se asustó y se apartó, pero Alicia no era su objetivo. Empujó a Alex, que casi pierde el equilibrio, pero continuó corriendo, y le adelantó.

El chico se paró en seco cuando delante suyo se dibujó una pista de hielo con una pareja bailando. El hombre y la mujer también eran de hielo y bailaban con el ritmo de su corazón. El hielo empezaba a cubrir los árboles y el suelo. Alicia se acercó para ver el espectáculo de cerca, creía que un baile no podía hacerle daño, por muy frío que fuera.

El hielo se empezó a romper y una nube blanca cubrió a Alex, que no paraba de gritar. Alicia intentó ayudarle pero no conseguía tocarle. De pronto la pareja de bailarines explotó y el hielo en forma de cristales amenazantes salió disparado. Sin duda alguna, los pedazos alcanzaron a Alicia, pero no lo notó. Se clavaron, principalmente, en el cuerpo de Alex.

Desapareció el hielo y la nube blanca. Reapareció la sombra negra, que cubrió Alex, tendido en el suelo y lleno de sangre. Le abrió el pecho y se metió dentro. Alicia se acercó y le dio otro beso en los labios.

Abrió los ojos y entonces sintió que todo había vuelto a la normalidad. Alex seguía estirado en el suelo, lleno de sangre, con el pecho abierto. Pero al menos había descubierto qué le había pasado. El chico se empezó a mover un poco y pudo decir casi en un susurro:
– Ayúdame, Alicia.