domingo, 17 de octubre de 2010

Alicia (Parte I)

Alicia estaba sentada en el suelo, apoyada en un árbol enorme. Todo lo que veía era verde y hacía que se sintiese feliz. Llevaba un vestido nuevo de color azul, pero se estaba ensuciando. Seguro que su madre se enfadaría, ya se la imaginaba poniéndose bien las gafas y diciendo algo como “¿Pero cómo se te ocurre?” o “¿En qué estabas pensando?”. Pero en estos momentos no le importaba en absoluto.

Se estiró para poder acariciar la hierba. Sintió que podía tocarlo todo, que su cuerpo se unía a todo aquello que palpaba, incluso que se transformaba en árbol para besar las hojas con la punta de los labios.

Alicia no iría al País de las Maravillas, no aparecería ningún conejo para poder perseguirlo y empezar la mayor aventura de su vida. Ésta no era esa Alicia. Así pues, como no tenía la obligación de viajar, se puso a jugar. Le encantaba agarrar las flores y apretarlas con las manos para poder sentir con más fuerza el contacto con su piel. También le gustaba mirar los insectos e incluso tocarlos.

Por fin decidió levantarse del suelo. Se miró el vestido y se sorprendió. Vaya, cómo podía estar tan sucio, su madre se iba a enfadar muchísimo. Pero ahora ya no podía hacer nada.

Fue a buscar su bicicleta, la había dejado a unos pocos metros, pero no estaba. Alicia se asustó y se puso nerviosa, dónde podía estar su bici de color rosa, no había visto a nadie pasar por allí. Dio un rodeo por la zona pero no la encontró, así que se tuvo que ir a casa andando, triste y preocupada, a la espera de la bronca de su madre.

Todo lo que dejaba atrás Alicia se volvía oscuro y feo, pero ella lo veía todo verde y colorido, aunque estaba triste por su bicicleta.

Pero ya la encontrarás, ya, Alicia.

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