miércoles, 20 de octubre de 2010

Intentaba darse prisa. Necesitaba llegar a casa lo más rápido posible, pero no vivía cerca. Parecía que iba a llover y eso le puso nervioso. Se iba a empapar.

El día no había ido demasiado bien, deseaba que acabara ya, poder llegar a casa lo más rápido posible y olvidarse de todo. Pero antes tenía que ir con cuidado, llevaba algo muy preciado en la mano, no podía guardarlo en ningún otro sitio y, sobretodo, no podía perderlo.

Entró en su casa. Había empezado a llover cuando faltaba poco para que llegar, por suerte no se había mojado demasiado. Entró en su habitación, iba a guardar su tesoro.
 
Sacó un vaso y ahí depositó, junto con las otras, la lágrima. Después de contemplarlas, las volvió a guardar, para esconder sus tristezas, pero para recordarlas siempre.

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